A Marcelo Oliva le dicen Xuxa. Su primer trabajo, a principio de los 90, fue al lado de la reina de los bajitos. Todo lo que fue cobrando en concepto de sueldos lo usó para bancar su vocación: seguir a River a cualquier rincón del mundo. Claudio Martínez adoptó el mismo sacrificado y poco remunerativo hobbie. Diego Díaz, también. Y Martín Chacho Buceta, ídem. Oliva, Martínez, Díaz y Buceta, como se supone tras esta presentación, se encuentran en Canadá.
Pero se los busca por la Argentina. A Buceta, por caso, no lo requiere Interpol sino sus queridísimos padres, quienes esperan que vuelva para inaugurar la heladería de Villa Constitución. Díaz tuvo que pedirle a su primo que lo cubra en el trabajo. Martínez, con jefe hincha de Boca en una empresa de Comercio Exterior, dispone de un compañero que lo reemplaza en cada travesía. Y Oliva, Xuxa, ya es un profesional en el arte de pedir licencias en el Ministerio de Economía. "Estos partidos son los mas importantes porque a nadie les interesa. Nuestro lema es no dejar sola a la gloriosa camiseta", explican a coro.
No sólo coinciden en eso. A ninguno le resultó fácil armar la logística de este viaje. La visa canadiense les llegó recién a la hora en que tenían programada la partida. Volaron un día después. Sufrieron. Y llegaron a Toronto 180 minutos antes del comienzo del primer amistoso.
Claudio Martínez y Xuxa Oliva ya están curtidos en esta clase de menesteres. Tienen más kilómetros al lado de River que auto fundido. "La gira más exótica fue la de Corea en el 2007", opina el primero. "También estuvimos en Tokio 96, en Holanda 2004, en Italia cuando se dio el pase de Salas", lo apunta Xuxa, con 80 viajes internacionales en su haber.
En Canadá, leyes deportivas mediante, tuvieron problemas para colgar las banderas. Ahora se les presentó otro drama: algunos deben volver y no pueden por la escasa cantidad de vuelos. La chapa diplomática de embajadores de River, parece, no les sirve.
Fuente: Diario Olé