lunes, 9 de marzo de 2009

No fue un sueño

River 3
Arsenal 1

Todo el mundo River soñó alguna vez un triunfo así: "Momentos de sufrimiento, emoción, carácter y fútbol". Con la vuelta de Gallardo al Monumental y dos golazos, la fuerza del Tigre Falcao, la calidad de Fabbiani, el sacrificio de Augusto Fernández y el corazón de Gerlo, River empujado por su gente, transformó el resultado adverso y los dos hombres de menos en un triunfo inolvidable.

El Monumental fue todo vibración, por la vuelta del muñeco y su clase intacta, por todo lo que entregó por el equipo el Tigre Falcao en los 90 minutos, atacando, defendiendo por todos lados. Por Augusto Fernández que le puso fútbol a la tarde al igual que Cristian Fabbiani, quién alejó el nerviosismo del equipo, la seguridad que mostró Mariano Barbosa y con un Paco Gerlo que hizo lo imposible para quedarse en cancha aún desgarrado, ganándose el reconocimiento del hincha.

El equipo mostró actitud, gustó y emocionó, porque los jugadores el domingo entendieron, al menos por una vez en la vida, el mensaje que baja desde las tribunas desde hace un buen tiempo: “Dejar la vida por la camiseta”. Con siete hombres, Gallardo y Falcao jugando de volantes centrales, con Gerlo de delantero, River llenó de emoción a toda su gente que pese al esfuerzo de Saúl Laverni, se fue feliz como hacía tiempo no sucedía.

River-Arsenal debe ser el partido bisagra del campeonato, el encuentro que se necesitaba para formar la personalidad del equipo, de cara a todo lo que hay en juego. River mostró algo importante el domingo: “Corazón”. Algo que el hincha no conocía justamentende este equipo y que es necesario tener si se quiere hacer historia y de la buena.

domingo, 8 de marzo de 2009

Domingos de fútbol

La intensidad con la que pasan los autos, los ruidos de los tacos y el perfume de mujer en las veredas, me deja reconocer que la noche del sábado ha llegado. Y eso me agrada, si llega el sábado es muy probable que no falte mucho para el domingo.
En el preludio de un día que viviré intensa y placenteramente, considerado una religión, suelo perder esas noches que se hacen desear durante la semana, para emprender viaje hacia la ciudad donde todo sucede.

El desenlace es siempre el mismo, viajar 500 kilómetros retorcido en un asiento en el que con el paso de los años, creo haber descubierto la mejor elasticidad de mi cuerpo. Pronto llegará la inmensidad del hormigón y de repente, todo eso que estaba lejos del silencio de los pueblos, me cae encima dando la bienvenida a otro rehén del capitalismo.

Y si no queda otra, llegó el domingo, domingo de misa y de viejos hombres y mujeres, domingo de un poco de silencio y ausencia en las calles, es domingo de almas y cuerpos abatidos por la noche, domingos de pasión, de folclore, de corazón y camiseta, es domingo de fútbol.
Los colores en el paisaje descubren todo, el humo de la parrilla con los chori´, la música y los bombos en las calles, una cancha en medio de un barrio con su historia, anucian que el mundo se paralizará por un par de horas, llegó la hora de la fidelidad y la inconciencia, de venerar la etnia y poner distancia al enemigo.

Entonces el clima no será mayor problema si el equipo está urgente de puntos, el alambrado separa la pasión del trabajo y la palabra de los hechos. Los tablones se tuercen y hamacan a la multitud que agrupa a trabajadores, comerciantes, estudiantes y ladrones, a católicos y ateos.
Suena el silbato que anuncia que un nuevo partido ha comenzado. De nuevo por dos horas, se pone en juego nuestro orgullo, nuestra impaciencia e histeria, la razón de estar en esta vida, nuestra felicidad, los sueños y todo lo que nos hace bien.

Seguimos siendo seres irracionales desde que comenzó a caer el día, aunque nunca lo aceptemos. Será el resultado del encuentro el energizante para la semana y la vuelta, y la comodidad de ese asiento que me espera dependerá del marcador.
Luego llegamos a casa. A la familia, los amigos y el trabajo. Nos espera la lucha de todos los días y el querer y no poder enderezar un país despedazado por nosotros mismos. Pero quizás no se haga larga la semana, si es que no falta mucho para volver a sentir los perfumes y los tacos por la calle.