Todos los ojos estaban sobre él. El, Ariel Ortega, volvía a vestir la camiseta de sus amores, la de River, tras un año difícil, con versiones cruzadas sobre su futuro, con un rendimiento irregular en Independiente Rivadavia de Mendoza. Y el Burrito retornó con todo: durante los más de sesenta minutos que estuvo en el campo de juego fue el conductor de los suyos, puso pases precisos y, a pesar de estar falto de fútbol y de tener 35 años, fue la figura de la cancha y marcó la diferencia con un golazo.
El ya había cumplido con creces en su regreso al Millonario tras una temporada de ausencia. Su gol y el buen rendimiento que mostró el equipo por momentos les devolvieron la ilusión a los hinchas que tanto sufrieron en el último año.
Fuente: TyC