El ídolo uruguayo, que llegó a River en el verano de 1983 proveniente del Montevideo Wanderers, supo ganarse al poco tiempo el corazón millonario y fue el artífice del inolvidable título del Campeonato 1985/86. Lamentablemente, no pudo vivir con la banda roja las conquistas internacionales de ese inolvidable año pues fue transferido al Racing Club de París. Pero Enzo siguió siempre con River en su alma, mientras que su gente tampoco lo olvidó jamás y siempre rogó por su vuelta que recién se concretó en 1994, tras largos ocho años de espera.
Como no podía ser de otra manera, Francescoli, que se había ido de River siendo campeón, también se coronó en su primer torneo tras su regreso, ganando el Apertura 1994 de manera invicta y con baile-show incluido en la Bombonera. Tras un 95 gris y sin títulos, en 1996 Enzo se dio el gran gusto de hacer lo que no había podido una década antes: besar la Copa Libertadores. Después llegó el brillante tricampeonato y la Supercopa, para que su trayectoria terminara de la mejor manera posible: dos veces campeón en menos de una semana y en ambas levantando el trofeo como el gran capitán que fue y cuyo nombre estará siempre grabado con letras de oro en la brillante historia riverplatense. Ese primer día de agosto de hace una década, un Monumental repleto se rindió a la gran figura de Enzo. El partido contra Peñarol, el cuadro con el que simpatizaba de chiquito en Montevideo, fue solo una excusa, porque lo importante fue lo que pasaba con el homenajeado, que se despidió de su gente tomando de la mano a sus hijos y dando la vuelta por todo el estadio.
Cada riverplatense lleva en su recuerdo esa inolvidable tarde, fría en lo climático, pero muy caliente en el corazón de todos. Los cantos, los homenajes, los llantos, la emoción plena, ese “Eternamente gracias” que fue el lema de esa jornada, el final, los fuegos artificiales y las lágrimas que no pudo contener el gran ídolo.
A diez años de su despedida, vaya el homenaje al gran ENZO FRANCESCOLI.
Fuente: LPM