miércoles, 7 de octubre de 2009

De los rústicos a los bajitos...

Astrada asumirá en un equipo inferior al que dejó en el 2005. Debe reinventar a un River en crisis.

Si aquel River estuvo signado por el estigma de lo rústico, el de ahora padece una condena superior. Es el de los bajitos. Bajitos de espíritu. Bajitos en términos de resultados. Bajitos de categoría. Y bajitos de tanto bajar hasta el sótano de la historia.

Astrada tampoco es el mismo que en el 2005. Se fue esa vez en una rara atmósfera política. "Si no gana Aguilar, no sigo", declaró a fines de agosto. No esperó el destino de las urnas. Se despidió dos días después, tras un 1-4.

¿Qué lo llevó a su renuncia? Los malos resultados del Apertura. La última imagen fue la de las contrataciones llegadas con su aval (Talamonti, Loeschbor, San Martín, Oberman, etc). "Yo también pedí a otros", diría. En efecto, lo que empezó a desestabilizar al Negro fue un episodio anterior: la pelea Ameli y Tuzzio. "Si se tienen que tirar de cabeza por el otro, lo deben hacer", afirmó. Pero el vestuario ya estaba roto. Los dirigentes hicieron el resto: vendieron a Mascherano y Lucho González.

Amén de ciertas incomodidades para poner y sacar a sus amigos, con el tiempo mostró mano firme. Llegó a prescindir de Cavenaghi y a sancionar a Maxi López y Sambueza.
Hoy llega convencido de dar vuelta la página. No podrá ser pretencioso como en sus inicios, cuando pedía un team que cambiara ataque por ataque y que asfixiara con la presión.

Hoy lo esencial no pasa por saber si utilizará el 4-3-1-2 o un 4-4-2. Uno de los problemas madres es de identidad. Astrada quiere jugadores que sientan lo que es River. El otro es de inventario. Falta un 9, un zaguero seguro, un volante ofensivo... Esos puestos pedirá en enero. Mientras tanto deberá resolver otras cuestiones. Se sabe que su relación con Ahumada no fue buena. Lo terminó de sentenciar en su contraataque al famoso "silencio atroz". ¿Qué pasará con Almeyda?

Generador de consensos en tiempos de disensos, Astrada debería mostrar a su vez virtudes de buen administrador. Alcanzó su cenit cuando estuvo rodeado de riqueza. En la austeridad, le costó llegar a fin de mes. ¿Y ahora?

Fuente: Diario Olé