Velázquez engaña con su porte físico. Es grandote y potente, con buen cabezazo, pero sus virtudes no se agotan ahí. Posee una técnica y una movilidad poco habitual para jugadores de su talla y, además, sus festejos con la testa son bastantes menos que los de zurda.
Después de no ser tenido en cuenta en Libertad, Pablo encontró su lugar en el mundo en Rubio Ñu. Aunque, pese a la tentación que generan sus 190 centímetros, el equipo no juega sólo para él. Velázquez es un delantero que busca los espacios, que se asocia al circuito y, sin duda, un joven valor de exportación. En River no defraudaría.
Fuente: Diario Olé
Un River decadente debe recuperar la grandeza
Hace 21 horas