La buena: Ortega fue al banco y jugó 56´. La mala: por una contractura en el gemelo izquierdo salió Gallardo.
Iban 25 minutos cuando estallaron los 14 mil hinchas de River que estaban en las tribunas y no porque el equipo había generado una jugada de peligro. Toda la atención se dirigió hacia el banco de suplentes visitante, desde donde Ariel Ortega se había asomado para comenzar a entrar en calor. Una seña de Marcelo Gallardo hizo que Astrada le diera luz verde al regreso del Burrito. Una molestia en el gemelo izquierdo complicaba al Muñeco y a los 34 se terminó su partido: le dio la cinta de capitán a Almeyda y una palmadita en la cola al jujeño, que así volvía a ponerse la número 10 de River después de 24 días de abstinencia.
Después de su autoexclusión para el partido contra Lanús, el ídolo se había quedado afuera de la visita a Newell's (igual viajó a Rosario para acompañar al plantel) y del choque con Atlético Tucumán. Astrada se puso firme y, a pesar de las ganas de Ortega de jugar siempre, lo dejó afuera hasta de los concentrados, pero el viernes le levantó la veda. Y el combo vino completo: el Burrito viajó a Mendoza, tuvo lugar en el banco de suplentes y ante la lesión de Gallardo (contractura en el gemelo izquierdo fue el diagnóstico) pudo volver a jugar entre el aliento de los hinchas de River y los silbidos de los de Godoy Cruz, quienes lo castigaron por su paso por Independiente Rivadavia durante el exilio que sufrió bajo la conducción técnica de Simeone.
Esta vez el regreso no fue épico como en otras oportunidades. Especialista en llenar los partidos de emoción cuando vuelve a jugar después de un tiempo, anoche el jujeño no pudo repetir. De hecho, tuvo poca incidencia en el juego, casi que pasó desapercibido. Apenas entró se llevó por delante la pelota tras un rechazo y el tiro salió por encima del travesaño. Y cuando llevaba cinco minutos en la cancha definió cruzado, pero el tiro se le fue cerca del segundo palo. La más clara la tuvo en una pelota parada: casi le da el triunfo con un tiro libre en tiempo adicional que tapó Ibáñez y dio en el travesaño.
Más allá de eso, se lo vio falto de fútbol, sin poder despegar del nivel chato de sus últimos partidos, hasta que él mismo, bajoneado, decidió parar. En estas semanas sin Ortega, el Jefe dijo que no tenía apuro en ponerlo y seguramente tras esta actuación no se apresure para darle un lugar entre los 11. Y habrá que ver qué tan fuerte es la contractura que sufrió Gallardo para saber si podrá seguir entre los titulares.
Fuente: Diario Olé
Un River decadente debe recuperar la grandeza
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