River dejó ir a dos de sus promesas de Inferiores: Mateo Musacchio y Eial Strahman. El delantero se fue a Israel, donde ya convirtió cuatro goles en una práctica, mientras que el defensor se mudó al Villareal B.
River ganó, es cierto. Ortega volvió a brillar y la gente se fue sin romper ningún hall. Pero la política de compraventa de esta directiva es perjudicial para la salud futbolística. Sucede que el equipo de Néstor Gorosito tiene problemas, sobre todo en dos zonas de la cancha. Una es la defensa; la otra, la delantera. Sin embargo, en menos de una semana River le dio vía libre a dos de sus más esperadas promesas y, paradójicamente, se trata de un defensor y un delantero.
Ya se confirmó la venta de Musacchio al Villareal B, en un River en el que defiende el limitado Cabral que por más que se golpeé el pecho en el festejo del gol deja bastante que desear en su función primaria: defender. A Musacchio lo vino a buscar el Real Madrid y ahora, ya con pasaporte comunitario, se lo lleva el Villareal B. Sería bueno que los dirigentes, antes de cerrar estos “negociones”, reparen en el dato que a River le marcaron siete goles en tres partidos oficiales de temporada y que cinco de ellos fueron en el Monumental.
El otro caso emblemático es el de Strahman. Eial apareció en el banco en La Bombonera y después desapareció. Su ascenso fue tan vertiginoso como su caída. ¿Por qué? Nadie lo sabe y parece que Pipo cree fervientemente que Andrés Ríos se convertirá en Fernando Cavenaghi en las próximas horas o que Fabbiani, un delantero que no es de área, será efectivamente el goleador del torneo. Un hombre de fe, Pipo.
Fuente: LPM
Un River decadente debe recuperar la grandeza
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