Gallardo fue el único que dio la cara, admitió la superioridad de Banfield y buscó dejar un mensaje positivo. "Tengo confianza en que podemos jugar mejor", opinó.
En la cancha no fue el conductor que el equipo necesitaba. Retrasado, parado casi como un volante central, esta vez Marcelo Gallardo no pudo marcar la diferencia de calidad que lo distingue de sus compañeros. Quedó inmerso en el desconcierto general, aunque tenía las ideas claras. "Hubiese preferido arrancar de otra manera, pero no hay que desesperarse, no hay que entrar en una psicosis que te lleve a ver que todo negro. Hay que estar tranquilo, ser autocrítico y reflexivo", pidió el capitán, tres actitudes que no se pudieron comprobar en el técnico, quien prefirió el silencio hasta mañana.
Fuente: Diario Olé
Un River decadente debe recuperar la grandeza
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