La barra brava cantó contra la CD, los hinchas protestaron debajo de la San Martín y, dentro del vestuario, discutieron jugadores y dirigentes.
En el mismo lugar donde el sábado hubo un latente estallido, ayer existió un escrache remanido. Fue el que se vayan todos, uno de los greatest hits de la historia reciente de la Argentina y una copla que sonó otras tantas tardes en el Monumental. Pero nunca tuvo la entonación de ayer: la barra brava, desde la segunda bandeja, estrenó sus quejas en contra de la Honorable Comisión Directiva en general y de José María Aguilar en particular. Todo empezó a los 29 minutos del primer tiempo, tras la enésima desilusión que entregaba este equipo desabrido. Y terminó media hora después del partido, en un hall más custodiado que la Casa Blanca y con hinchas que hacían catarsis mientras bajaban los escalones de la platea San Martín. El clima hot llegó al vestuario. Hubo discusiones entre jugadores (Barrado y Cabral) y algunos dirigentes (Diego Quintás, entre otros) que estaban indignados por los gestos de Fabbiani.
Es curioso: Astrada quedó inmune a la crítica, pero no pudo aplacar el crispado clima reinante. En simultáneo a sus declaraciones post partido, y a metros de la sala de conferencia de prensa, unas 300 personas se agruparon para agitar ese cabildo abierto que es la zona de las vitrinas. "Se va a acabar (bis)/la dictadura de Aguilar". Y "el club es de los socios/de los socios/ el club es de los socios". Y "no se jode/con River no se jode/con River no se jode...".
También hubo insultos. Y hubo furia contra otros players. Y hubo otra muestra común del River posmoderno: la racinguización de su idiosincrasia. ¿Por qué? Porque en el medio de la crónica hubo un fragmento en el que toda la cancha cantó con la emoción de un 3-0 a favor. Es decir, como en Avellaneda, los hinchas se hicieron hinchas de ellos mismos. "Parecen Racing", se escuchó desde la Centenario. Y enseguida se hizo silencio. Tal vez porque los de River percibieron que este River cada vez es menos River.
Fuente: Diario Olé
Un River decadente debe recuperar la grandeza
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