Frente a Colón, los hinchas de River despidieron con una silbatina general a Fabbiani y le demostraron así que ya no tiene más banca. Su exposición mediática, su falta de compromiso y el sinfín de palabras que jamás reflejó en el campo de juego resultaron determinantes en el repudio de la gente.
Ningún jugador tuvo todo tan al alcance de la mano como Cristian Fabbiani, ese gordo carismático que hace ocho meses atrás confesaba su amor por River al borde de las lágrimas y que incluso llegó a ser ídolo antes de debutar. Lo tuvo todo servido, pero jamás comprendió que la dimensión de esta camiseta es tan grande que ni siquiera su talla la puede abarcar, y lo terminó pagando caro, carísimo: con un repudio general.
A los 18 minutos del segundo tiempo del partido frente a Colón, Gorosito mandó a la cancha al Keko Villalva nada menos que en reemplazo de Fabbiani, y el Monumental explotó en una silbatina impensada cuando el delantero salió del campo de juego. Es que si bien el Ogro venía acumulando méritos suficientes como para colmar la paciencia del hincha, ni el más acérrimo de sus detractores hubiera imaginado semejante repudio.
Cómo será, que los silbidos que recibió el equipo una vez que finalizó el partido fueron casi una bendición en comparación a los que recibió Fabbiani. Aunque, -simpatías al margen- lo cierto es que el Ogro cosechó hoy lo que sembró durante ocho meses en el club. Así lo había advertido el hincha a través de una encuesta , y así lo ratificó esta tarde en Núñez. Es que sus palabras de amor a la camiseta, su carisma y sus promesas de gol fueron tan falsas como su compromiso para con el equipo.
La prueba de ello no sólo estuvo en su falta de predisposición a bajar de peso, en su desgano intolerable dentro de la cancha y en su sequía goleadora, si no también en la programación de su casamiento dos días antes de un partido, cuando venía de tres semanas de vacaciones y tenía diez días por delante gracias al receso que generó la última fecha FIFA. Ahí Fabbiani terminó por demostrar quién es Fabbiani y por descubrir que su irresponsabilidad no reconoce camisetas. Pero no tuvo en cuenta que la de River es demasiado grande, y más aún para un Ogro que no le ganó a nadie.
Fuente: riverplate.com