Sin demasiados motivos para festejar en lo deportivo, para River fue prácticamente el acontecimiento del año. Y todo salió como se esperaba. Bah, no tanto. Si bien sobraron los elogios, la presencia de varios ídolos y las felicitaciones, la inauguración del museo del club dejó a los dirigentes bastante enojados. ¿Con quién? Con los jugadores, quienes habían sido invitados especialmente y, salvo el chiquitín Erik Lamela, ninguno apareció para recorrer el River Infinito (el túnel con escala en todas las décadas), la sala de los Millonarios en la Selección, la de Los de la Banda Roja, los Goles Inolvidables o para recordar a la famosa Máquina.
De impecable corbata naranja y traje negro, justamente el Negro Astrada fue de los primeros en llegar, acompañado por Hernán Díaz, y también fue de los que más se sorprendió por la ausencia de sus dirigidos. Ni Almeyda, Gallardo y Ortega, los tres con más historia en Núñez, para ver las copas que ganaron. Ni los que no se criaron en el club pero dicen ser hinchas. Ni los pibes que sueñan con que su nombre se gane el derecho a formar parte de la muestra. Nadie dijo presente. Todos prefirieron estirar los minutos del último día libre antes de volver a los entrenamientos. Y el detalle no pasó inadvertido para los directivos del club. Para nada.
Fuente: Diario Deportivo Olé