Almeyda dice que, en su caso, la ayuda de la familia y de un profesional lo ayudó para salir del pozo.
"Yo superé una depresión", cuenta Matías Almeyda, tal vez el más compungido de los compañeros por la situación del Burrito, intentando darle fuerzas a quien hoy está viviendo una situación similar a la que el Pelado padeció (aunque no causada por el alcohol) durante gran parte del tiempo que pasó sin jugar. "Estuve cuatro años así, con la diferencia de que no tenía el fútbol", recuerda el volante y enseguida subraya que "contaba con el apoyo de mi familia, pero también es importante la ayuda de un profesional". Almeyda recurrió (y lo sigue haciendo) a una psicóloga que, entre otras cosas, le permitió dejar atrás hasta sus ataque de pánico provocados por el hecho de ser "un jubilado a los 30 años".
Con su experiencia a cuestas, el volante fue el que más encima estuvo del ídolo. "Los que lo queremos de verdad, lo vamos a esperar. Yo lo vi bien, un poco triste por la situación que vive. Tiene la intención de seguir jugando, pero primero debe estar bien", aclara quien en el superclásico le pidió una foto.
"No tenemos que hablar tanto de él. Ya declaró que estuvo mal y que por eso no quiso concentrarse. Después, la vida personal cada uno la vive como quiere", siguió el compañero de habitación del jujeño. "Si lo mejor es que juegue, es una decisión suya. Es el último ídolo de River y la gente es feliz con Ariel en la cancha. Pero primero está la persona. Es él quien debe decir si quiere seguir. Y si conviene que pare lo debe decir un psicólogo. Yo soy su amigo y lo quiero como es. Ariel es una gran persona, un tipo alegre. Y cuando está triste, se nota. Esperemos que recupere su alegría para que se la dé al grupo".
Fuente: Diario Olé
Un River decadente debe recuperar la grandeza
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