Dentro de diéz días se cumplirá un año desde que el Villarreal anunciara la concreción de un negocio redondo, de un negoción. Se hablaba, se festejaba y hasta se hacía eco la prensa española de la política de contrataciones de "un club que no deja de pensar en el futuro". Pero el futuro no llegó. O al menos, el presente de esos seis jugadores de River involucrados en dicho paquete no deja ver más allá.
Por entonces, el Villarreal pagó nueve millones de euros por el 50% de los derechos económicos de Matías Abelairas, Gustavo Cabral, Andrés Ríos, Gustavo Bou, Damián Lizio y Maxi Oliva. Y, además, River se reservó los derechos federativos y la potestad de decidir el camino a emprender por cada uno. Desmenuzando los casos, los consagrados de un equipo campeón ahora son, con toda la furia, suplentes en uno que hace rato no pelea por nada.
Y los pibes prolongaron signos de interrogación. En un año, por ejemplo, Pitu pasó de tocar en la banda del título con Simeone a no sentirse cómodo en la banda con Gorosito. El Sargento ya no manda en la defensa y perdió el puesto hasta con Quiroga fuera de competencia. Ríos se secó. Bou sólo se quedó en la comparación física con Lucho González. Lizio pide pista pero no es un vicio de Pipo. Y Oliva ni siquiera aceitó en Tigre.