viernes, 5 de junio de 2009

Con pecados concebidos

¿Cómo hacer para que este artículo no parezca oficialista, opositor ni neutral?

Primero, recientemente hice público mi arrepentimiento de haber creído en el actual Presidente. Encantamiento que gracias a Dios solamente me duró un año, cuando me bajaron de un hondazo (fui censurado) del sito oficial de Internet por criticar a Pellegrini en el año 2002; segundo, llenar más páginas de denuncias contra Aguilar hoy, me parece tan ocioso como convencer a las autoridades del INDEC que sus números no se corresponden con los de la canasta básica.

“El arte de la guerra”, un sabio tratado de Ho Chi Ming, enseña entre otras cosas que las “guerras” también tienen códigos de ética. El maltrato sobre los prisioneros está condenado penalmente. En la esgrima política, abundar en la maledicencia sobre alguien cuya reputación está por el piso lejos está de la virtud y exhibe cierta tendencia al morbo. No es mi caso, justamente; y tercero, la neutralidad no existe, dado que todo lo que pensamos y expresamos con denodado esfuerzo por ser objetivos es infructuoso. Nuestra subjetividad estará implícita en cada una de las palabras que empleamos y será nada más que “mi mirada” sobre determinados hechos. Hecha la salvedad, voy a referirme a “las autocríticas” que todos nos debemos, ya que todos, absolutamente todos, tenemos nuestro “fiambre” en el placard.

Están los dirigentes oficialistas del primero y segundo mandato que sumaron fracasos en lo deportivo e institucional y convirtieron al club más próspero en materia prima futbolera en el mundo, en un puesto de La Salada. A la mayoría de los nuevos opositores que asintieron hasta el 31/5/2006 (la noche de los 16 juveniles) todo lo que se cerraba en la “mesa chica” como si fuera la verdad revelada. Se votaba por disciplina partidaria y “obsecuencia debida” todo lo que arriba se ordenaba. Luego, tarde “piaron”. Los condescendientes socios que en nombre de la pintura, del museo “más largo del mundo”, los vestuarios, los quinchos y las canchas de tenis fueron “usados” para la reelección. Los tímidos hinchas que no supimos imponer nuestro “grito castigo”.
Mucho periodismo partidario que en su mayoría pecó de no animarse a morderle la mano a quien lo alimenta y eludió la crítica traicionando su propio gusto futbolístico y la “identidad del fútbol arte como escuela”. Los “bulímicos” jugadores que vistieron esta camiseta como si fuera la de Rampla Juniors (con perdón de los Ramplones). Tuvieron hambre cero. Los “siempre listos” técnicos fusibles, casi todos urgidos por el resultado frente a la orfandad de planteles sin jerarquía. La irascibilidad de una barra, a la que también le costó cara tanta fama por nosotros tributada. Todos, con enormes diferencias de responsabilidades pusimos nuestro granito de arena para desembocar en este infierno.

Por acción u omisión la mayoría de nosotros construyó esta Babilonia. Una torre altísima, que corre riesgo de autodestruirse. La variedad de las lenguas (léase intereses) impidió que surja un alma colectiva que se opusieran a tantos pecados concebidos. Para que no cometamos el mismo error y no hacer como decía Victor Hugo Morales en el diario Perfil del 1/9/2007, “parece que el hincha sólo muestra su disgusto a través de los resultados deportivos” (que todo lo pueden). Y, nunca más, nos dejamos estar…tanto tiempo. Cuando miremos a los candidatos, también mirémonos para adentro y revisemos nosotros qué estamos también dispuestos a resignar. Hay un yo y un nosotros. Y tantos “pecados” se los combaten con “una ética de la responsabilidad”. Una manera de concebir la política que no se consigue en la Saladita ni en Aruba ni en Suiza y que no se mide únicamente por los logros deportivos.

Por PDesimone
Fuente: LPM blog