En prisión, Alan juega al ajedrez, al ping pong y dará un curso de apicultura para otros presos.
Los días, dice Schlenker, se hacen largos en prisión. Está en una celda de máxima seguridad que comparte con su hermano William y otras tres personas. Y sólo se mezcla con la gente que está en el Módulo Uno, que es el de buena conducta y en el que se alojan los que están próximos a salir.
Alan dice que para matar el tiempo juega "al ajedrez, al tenis de mesa, hago fierros y leo cuatro horas por día. Y el miércoles 12 a las 14 horas junto a la sociedad argentina de apicultores empiezo a dar un curso de apicultura para presos que consiste en diez clases de tres horas con un examen final. Van a tener un diploma oficial porque la idea es que los que estén próximos a quedar libres tengan una salida laboral, puedan reinsertarse socialmente", dice Schlenker desde Marcos Paz.
El barra asegura, además, que aprovechó este tiempo para estudiar y se queja de las trabas que le puso la Justicia y la Facultad para poder recibirse como ingeniero agrónomo. "Usé estos casi dos años para estudiar un montón de materias, pero el juzgado no me autorizó a trasladarme a la facultad para rendirlas y los de Agronomía se negaron a venir a tomarme acá. Es insólito. A esta altura ya estaría casi recibido de ingeniero. Ni esa posibilidad me dieron, no se puede creer. Me mantiene firme saber que puedo ir a rendirlas libre cuando salga de acá", afirma.
Fuente: Diario Olé
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