Huracán 4
River 0
El sábado de Parque Patricios le regaló a River una goleada de esas que golpean fuerte, de esas que lastiman, que se dan en los momentos justos, ya sea en lo futbolístico o en lo institucional. River perdió por goleada, como lo viene haciendo desde hace mucho tiempo, en todos sus ámbitos, aunque los resultados negativos sean por la mínima diferencia.
Este equipo no tiene la jerarquía que requiere la institución, entonces eso sugiere que talvez estos jugadores no merezcan vestir la camiseta que representan, esa ancla que les impide alcanzar su máximo nivel y que otros jugadores de nivel, pueden personificar sin problemas.
Las próximas 6 fechas que le quedan a este equipo, especialmente al hincha, serán para aferrarse más que nunca a la fe, para que estos jugadores no sigan escribiendo las páginas más negras de la historia del club. La gente seguirá acompañando al equipo y los jugadores se encargarán de desilusionarlos, aunque eso no bastará para que el hincha sea incondicional hasta la última fecha.
El equipo está desvastado anímicamente, a pesar del aceptable primer tiempo frente a Lanús y Huracán, los astros y la realidad indican que para salir de esta crisis deportiva que vive el club, todavía hay un largo camino que recorrer. De nada sirven las continuas chances de seguir en pelea que ofrecen los demás equipos si el peor enemigo que tiene River es él mismo.
Habrá que esperar, elevar plegarias a los dioses que tenga cada hincha. Este equipo no tiene entrega, no poseer ni carácter ni jerarquía, y el más terrible de todos sus males, el peor disgusto es que carece de hambre de gloria y eso es muy grave, terrible para la institución que representan, desencontrada con su historia aunque su gente se resista a esta verdad y se aferre a la camiseta, lo único que lo mantiene exento de esta realidad.
Un River decadente debe recuperar la grandeza
Hace 22 horas