River 0 - Voka 1
19 de octubre. Día de la madre. Sol absorbido por un cielo gris. Alegría, felicidad, fiesta trasformadas en desilusión y derrota. River perdió en su casa, contra el rival de toda la vida. ¿La camiseta? Bien, gracias.
El superclásico número 183 en la historia del profesionalismo, traía consigo muchas ilusiones para el mundo Riverplatense. Es que el duelo era en casa, con las expectativas que se generan, siempre con revancha de algo, reciente o con la historia, de ambos lados.
En la previa, el hincha Millonario estaba muy tranquilo, a pesar del pésimo rendimiento que viene ofreciendo el equipo, hundido en la tabla de posiciones. Pero observando el presente en la vereda de enfrente, con las internas Riquelme-Cáceres y las bajas de Caranta, Palermo y Palacios, fortalecían las esperanzas del triunfo. El análisis de los hinchas era perfecto, no hacía falta convocar a brujas o cábalas para predecir el futuro, difícilmente River tenga otra oportunidad de encontrar tan desvastado a su eterno rival.
Lo del conjunto de Diego Simeone, fue triste, demasiado para el paladar del hincha. Un equipo sin alma, sin valor, sin ganas. Un equipo perdido, dentro y fuera de la cancha. La historia de River puede o no merecer este revés, lo que no debe hacer es permitirlo, no realizar una autocrítica, ese es el peor de los pecados y ahí no hagamos foco únicamente en el técnico, los dirigentes marcan el destino del clubes.Pero hablemos de rendimientos en el superclásico, en 90 minutos, donde los jugadores tuvieron una actuación por debajo de lo normal, inferior a lo poco que vienen ofreciendo últimamente, donde no hubo una concepción de equipo.
Cabral juega en River, hombre afortunado si los hay. Tuzzio viene en caída libre y aún así no le encuentran reemplazante. Ahumada ¿será Ahumada o estará sobredimensionado?, ¿Abelairas, Augusto Fernández y un Salcedo sin goles serían titular en otros tiempos con el presente futbolístico que tienen?, ¿Rios es un buen relevo?. En cuanto al técnico, dejó en el banco a Ponzio, no hizo ingresar a Rosales, evidentemente, los resultados mandan. Un equipo puede jugar mal y ganar un tiempo, lo que no se puede hacer es jugar mal y ganar todo el tiempo. Tal vez este pensamiento elabore alguna decisión que saque a River de la modernidad que lo absorbió en este nuevo siglo.
Ahora queda la copa Sudaméricana como único objetivo para maquillar las miserias, y el futuro en el trofeo continental no es auspicioso, enfrente estarán Las Chivas de México. Los hinchas como siempre, honraron su bandera, pusieron su color y su aliento, armaron la fiesta y realizaron pronósticos previos. River se ocupó del presente del rival y se olvidó de sus desgracias futbolísticas. El futuro depende de lo que pase de acá a fin de mes. Será creer o reventar “la única verdad se encuentra en el verde césped”.
Un River decadente debe recuperar la grandeza
Hace 21 horas